jueves, 19 de abril de 2018

Dietrich Bonhoeffer





Dietrich Bonhoeffer nació el 4 de febrero de 1906 en Breslau (Prusia) (hoy Wroclaw, Polonia), sexto hijo de los ocho que tuvieron Karl y Paula.

En su familia paterna se cuentan republicanos, francmasones, pietistas, socialistas bajo el influjo de la lectura de "El Capital”. Como contraste, la abuela materna Clara von Hase viene de la noble ascendencia Kalckreuth y está emparentada con los York. 

El padre de Dietrich, Karl Bonhoeffer, era titular de la cátedra berlinesa de psiquiatría y neurología y defendía un método científico "dentro de los límites de la observación empírica" contrario a Freud, y juzgaba indispensable en su profesión el respeto a las opiniones ajenas y el dominio afectivo de sí mismo. Su madre, Paula, una de las pocas mujeres de la época con título universitario, era nieta del teólogo Karl von Hasse, predicador de la corte del Kaiser Guillermo II, y pianista, discípula de Clara Schumann y Franz Liszt.

Estudia en el Gymnasium de Grunewald junto con su hermano Klaus y Hans von Dohnányi, quien se casará con su hermana Christine, y serán padres del director de orquesta Christoph von Dohnányi y del alcalde socialdemócrata de Hamburgo, Klaus von Dohnányi. A los ocho años Dietrich jugaba a la guerra en el jardín de su casa y los tres hermanos mayores van al frente de batalla de la Gran Guerra de la que no volvió Walter ni tres de sus primos. 

Se cultivaba la música intensamente en la familia Bonhoeffer, y por la capacidad y sensibilidad que mostró Dietrich desde pequeño, estuvo a punto de no llegar a ser teólogo. A los trece años ejecuta a Mozart al piano, compone y canta en las veladas familiares. La música de Bach le transporta, mientras que la de Wagner le altera. Con muchas de sus amistades comparte el gusto por la música y el canto. Algo que valorará intensamente en su actividad pastoral dondequiera que esté.

Es a los catorce años cuando Dietrich se plantea su vocación de teólogo-pastor en la Iglesia Evangélica Alemana. Un camino tradicional en la familia de su madre y que no era el más recomendado por el padre ni del gusto del hermano mayor. Emprender este camino constituye la primera gran decisión-indecisión de su vida. 

Desde 1919 Dietrich se integra en asociaciones juveniles en las que muestra un cierto aplomo y espíritu combativo. A los 17 años comienza sus estudios de Teología en la Universidad de Tubinga, que continuará en la Universidad de Berlín.

A los dieciocho años, una experiencia musical le produce una conmoción espiritual: es la Pascua de 1924 celebrada en San Pedro de Roma: "...jamás escuchado...increíblemente impresionante... sencillamente indescriptible... inimaginable... impresionado al máximo... algo así ni lo había soñado, el coro cantó como los ángeles, sobrenaturalmente bello, y contesta la estrofa toda la comunidad de San Pedro. Terriblemente impresionante. Al fin vi de nuevo lo que es el catolicismo y reavivé mi amor por él". 

En 1927 se doctoró ‘cum laude’ en la Universidad de Berlín con la tesis ‘Sanctorum communio’, en la que realizó una investigación sobre la naturaleza de la Iglesia y que el teólogo Karl Barth consideró como un milagro teológico.

Desde 1929 hasta 1930 Bonhoeffer asumió la vicaría de la Iglesia Luterana en Barcelona desempeñando labores pastorales en la congregación alemana.

Regresa a Berlín y presenta su tesis de habilitación titulada Akt und Sein: Traszendentalphilosophie und Ontologie in der systematischen Theologie. Como era muy joven para ser ordenado, viaja a Nueva York para recibir unos cursos de especialización en el Seminario de la Unión Teológica. A su regreso, el 11 de noviembre de 1931 es ordenado como pastor luterano en la iglesia de San Matías de Berlín y nombrado lector de Teología en la Universidad de la capital.

Desde la llegada de Adolf Hitler al poder en 1933, Bonhoeffer se opuso firmemente al nazismo y a la claudicación de las iglesias alemanas frente a Hitler. En septiembre de ese año participó con Karl Barth y otros oponentes a la interferencia nazi en las iglesias, en la fundación de la ‘Bekennende Kirche’ (Iglesia Confesante) que sostenía que el cristianismo era incompatible con el nacional-socialismo y sus doctrinas raciales. Bonhoeffer no sólo insistió en la libertad de predicar el Evangelio; también estaba listo para arriesgar su vida como un cristiano que se resistía a Hitler y que ayudaba a judíos a eludir su captura.

En el ensayo que publicó también en 1933 ‘La Iglesia y el Interrogante Judío’, Bonhoeffer fue el primero en tratar los problemas emergentes que debía encarar la iglesia bajo el régimen nazi. Bonhoeffer propugnó con claridad que la iglesia estaba obligada a combatir la injusticia política. 
Dejó Berlín como protesta y vivió dos años (1933-1935) como pastor de las congregaciones de habla germana en Londres. Cultivó una gran amistad con el influyente obispo de Chichester, George Bell. El mismo Bell escribe a la redacción de "The Round Table" designando a Bonhoeffer para escribir un artículo sobre la crisis del Protestantismo en Alemania: "ningún otro con más autoridad".

En mayo de 1934 se terminó de organizar la Iglesia Confesante en Barmen y Dietrich Bonhoeffer regresó de Inglaterra en 1935 para hacerse cargo del Seminario que se encontraba en la localidad de Zingst -un colegio trasladado ese mismo año a Finkenwalde, en Pomerania, donde recibió el apoyo incondicional de la condesa Ruth von Kleist Retzow, cuya nieta Maria von Wedemeyer sería la prometida de Bonhoeffer.

El 5 de agosto de 1936 el régimen nazi retira a Bonhoeffer la autorización para enseñar en la Universidad de Berlín. En septiembre de 1937 la Gestapo cerró el Seminario de Finkenwalde, donde formaba pastores en la Iglesia Confesante. En noviembre, 27 ex alumnos de Bonhoeffer ya estaban bajo arresto. En 1939 se dispone a dejar Alemania para irse a Estados Unidos. Su anuncio origina una cadena de alabanzas. Paul Lehmann escribe en una circular del Departamento de Religión del Elmhurst College de Illinois: "El reverendo Bonhoeffer es uno de los teólogos jóvenes más capaces y uno de los pastores jóvenes más entusiastas entre los que han asumido la tarea de exponer y perpetuar fielmente la fe cristiana en esta época crítica de Alemania. Procede de una línea de distinguidos predicadores y profesores de universidad". 

Él mismo dice que se identifica mucho con el personaje literario Witiko de Adalbert Stifter, o que se siente tocado por el "Oliver" de Santayana. 

En 1940 la Iglesia Confesante le encargó misiones especiales. A través de su cuñado Hans von Dohnanyi entró en contacto con círculos militares de la oposición reunidos en torno a Canaris y Beck. Comenzó a trabajar para la contrainteligencia militar. Viajó constantemente como agente confidencial y usó sus contactos ecuménicos para hacer saber a las potencias occidentales los planes de resistencia y explorar las posibilidades para acabar la guerra.

Los contactos y actividades de Bonhoeffer lo convirtieron en uno de los principales sospechosos para la policía secreta y los servicios de seguridad del Reich. Luego de clausurar su seminario por segunda vez en 1940, la Gestapo le prohibió hablar, predicar o publicar sus escritos. 

De 1940 a 1942 Bonhoeffer efectuó varias estancias en Klein-Krössin donde residía la joven Maria von Wedemeyer. 

En mayo de 1942 Bonhoeffer viaja a Suecia y contacta con la Oficina Extranjera Británica. Llevó ofertas concretas de un círculo de resistencia que integraba, liderado por el General Hans Oster y por el General Ludwig Beck. La propuesta fue rechazada a pesar de la recomendación del Bell que afirmaba que, en el caso de la mediación entre el grupo de la conjuración antinazi y los aliados, "Sobre Bonhoeffer no cabía albergar la menor duda”.

El 5 de abril de 1943 fue arrestado después de que condujera hacia el dinero del Proyecto 7, usado para ayudar a escapar a judíos a Suiza. María va a visitarlo a la cárcel, juntos van haciendo planes para el hogar, y después de superar en diciembre de 1943 un intervalo de dudas, hacen preparativos de boda. En la cárcel la relación con Maria es un apoyo psicológico, y un surtidor de sentimientos y vivencias espirituales en el sentido más pleno: la alegría de la vida, la afirmación de lo terrenal y la confianza en el futuro, la aportación palpable del individuo al proceso de la historia de los hombres, la convicción presentida en toda su tragedia de que el pasado de dichas y desdichas, de enigmas y oscuridad, no está perdido, sino que será recobrado en Dios.

Gradualmente la policía secreta se fue percatando de la implicación de Bonhoeffer con los grupos militares de oposición activa y sospechan que estaba también relacionado con el intento de asesinato de Hitler del 20 de julio de 1944. Estuvo en la cárcel de Tegel hasta el 8 de octubre de 1944, cuando, luego del fallo en su contra, Bonhoeffer fue trasladado a la sede de la Gestapo en Berlín. El 7 de febrero de 1945 fue llevado al campo de concentración de Buchenwald y después al de Flossenbürg, donde, a sus 39 años de edad, Bonhoeffer fue ahorcado junto a Canaris, Oster y otros, por orden expresa de Adolf Hitler que se suicidó veinte días después en su bunker de Berlín. Otros tres miembros de la familia de Bonhoeffer también fueron asesinados por participar en el movimiento de resistencia protestante. 

En la primavera de 1945 Maria buscaba inútilmente a Dietrich por los campos de concentración de la Alemania irremisiblemente arrasada. También en este amor roto Bonhoeffer es un signo del momento histórico.

Las cartas que Bonhoeffer escribió durante sus últimos dos años de vida fueron publicadas póstumamente por su alumno y amigo Berhard Bethge con el nombre de ‘Cartas y Escritos desde la Prisión’. La correspondencia con su prometida, Maria von Wedermeyer, fueron publicadas como ‘Cartas de Amor desde la Celda 92’. Dietrich Bonhoeffer también fue músico y autor de obras de ficción y poesías.

Bonhoeffer es considerado mártir por su fe. Fue absuelto de cualquier crimen por el gobierno alemán a mediados de los 90.

Como teólogo, las ideas de Bonhoeffer y su discusión sobre un ”Cristianismo laico”, reforzadas por su propio martirio, ejercitaron una considerable influencia sobre el pensamiento protestante de posguerra en Gran Bretaña y América.


MAG/19.04.2018












sábado, 10 de marzo de 2018

Carl Gustav Jung





Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Kesswil, una pequeña localidad de Suiza al borde del lago Constanza, en el seno de una familia muy educada y extensa, de ascendencia alemana y de tradición religiosa. Tanto la rama paterna como la materna pertenecían a dos importantes familias de la Basilea del siglo XIX. Su padre era pastor luterano de la Iglesia Reformada Suiza. El abuelo paterno organizó la Facultad de Medicina de la Universidad de Basilea y el abuelo materno, Samuel Preiswerk era filólogo y autor, descendiente de hugonotes franceses.

Los episodios depresivos de su madre la llevan con frecuencia a la casa de reposo, y la ausencia del padre, como pastor comprometido con sus feligreses, hacen que Carl Gustav tenga que recurrir para entretenerse a sus sueños inventando juegos y rituales secretos, inspirado en las novelas de caballería y los libros hagiográficos de la religión católica, que descubre en la biblioteca de su padre.

El Romanticismo estaba continuamente presente en el hogar, con aparición de espectros y demás fenómenos parapsicológicos. Cuando apenas contaba tres o cuatro años, Carl soñó que descendía por un oscuro agujero rectangular que parecía estar cavado en una pradera. Al llegar al fondo del hoyo, encontró una puerta en arco del que pendía una cortina verde que parecía cerrarle el paso. Carl, movido por la curiosidad, apartó la cortina con el brazo para encontrar, al otro lado, algo parecido a la cámara real de un palacio, con techo alto y una alfombra roja que describía un camino hacia un lugar importante. Al final de la alfombra, presidiendo la estancia, un impresionante trono real de gran tamaño, sobre el cual reposaba una criatura extraña: un monstruo con forma de árbol, consistencia de piel humana y sin más rostro que un solo ojo en la parte superior del tronco. La criatura permanecía inmóvil y ni siquiera daba muestras de reaccionar ante su presencia, y sin embargo Carl tenía la sensación de que en cualquier momento podía ponerse a reptar por el suelo y alcanzarlo rápidamente. En ese momento, oyó cómo su madre gritaba, desde la entrada de la fosa: "¡Míralo! ¡Es el comedor de hombres!”. En ese momento, el terror hizo que el pequeño Carl se despertase. Muchos años después, ofreció una interpretación de este sueño basado en el simbolismo fálico del dios subterráneo y el del velo verde, que cubre el misterio. Y, aunque pueda parecer que experimentar esta especie de pesadilla suponga una experiencia muy desagradable, Jung llegó a considerar que este sueño fue su inicio en el mundo de los misterios, el estudio de la religión y los símbolos, y el funcionamiento de lo que más adelante sería llamado lo inconsciente por los psicoanalistas.

Este sueño, unido a la gran imaginación y curiosidad hacia temas abstractos que Jung tenía desde una edad muy temprana, hizo que experimentase cada vez más con las diferente maneras de acceder a lo divino y lo oculto, normalmente a través de pensamientos auto-inducidos.

El hecho de que en su familia existiesen tantas personas fuertemente relacionadas con el luteranismo y que su madre tuviese un comportamiento errático que parecía no responder del todo a lo que ocurría en el mundo de lo observable (ya que parecía pasar por episodios de disociación de la realidad), hizo que naciera en el joven Jung una doble espiritualidad: una luterana y otra basada en ideas más relacionadas con el paganismo. Jung empezó a desarrollar una sensibilidad extraordinaria para relacionar entre sí sensaciones e ideas que aparentemente poco tenían en común. Este fue uno de los rasgos característicos que definieron la manera de pensar de Carl Gustav Jung tal y como lo conocemos hoy, y que lo llevaría a adoptar con facilidad los planteamientos del psicoanálisis.

El padre inició a Carl en el latín a la edad de 6 años, lo que desde el principio aceptó con gran interés. Era más bien retraído y solitario en su adolescencia, no le importaba mucho el colegio y no soportaba la competición. Acudió a un colegio interno en Basilea, donde tropezó frontalmente con los celos de sus compañeros. Empezó a utilizar la enfermedad como excusa, desarrollando una tendencia vergonzante a desmayarse cuando estaba sometido a una gran presión.

Durante su infancia y adolescencia, Jung destacó como un estudiante muy brillante, gran conocedor de los clásicos (Platón, Heráclito, etc.), admirador de Schopenhauer y especialmente cautivado por la obra literaria de Goethe. En su autobiografía, describe el acercamiento a la obra de este último “Así habló Zaratustra” como una experiencia impactante, sólo comparable a la inspirada por el “Fausto”. También era profundo su interés por los ensayos de filósofos como von Hartmann y Nietzsche. Además de leer la mayoría de las lenguas modernas, Jung también leía varias lenguas antiguas como el sánscrito.

Jung anhelaba estudiar arqueología, pero su familia carecía de recursos por lo que decide matricularse en medicina en la Universidad de Basilea en 1894. Al morir su padre en 1896 pasan su madre, su hermana y él por un período de pobreza extrema. En 1898 acontecieron dos episodios de índole espiritista, que atrajeron el interés de Jung, dando pie a la elaboración de su propia tesis en la Facultad de Medicina bajo el título “Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos”. 

En 1900 obtiene su licenciatura en Medicina y la lectura del Manual de Psiquiatría del alemán Richard von Krafft-Ebing, le hizo inclinarse por la Psiquiatría, consiguiendo ser nombrado asistente en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Zurich (Burghölzli), bajo la tutela de Eugene Bleuler, padre y conocedor más importante de la esquizofrenia.

Sus años de aprendizaje le permiten comprender mejor el mundo de los enfermos mentales, descubriendo entonces los trabajos publicados por Sigmund Freud. Las investigaciones de base filosófica materialista realizadas por Freud en cuanto a hipnosis y sueños ayudan a Jung a abordar el universo extraño de los hospitales psiquiátricos. Jung siempre se movió en la tensión entre lo material y lo espiritual, algo que le ganó no pocos enemigos en el mundo académico.

En 1902 viaja a París para seguir durante un semestre los cursos de psicopatología dados por Pierre Janet en la Salpêtrière.

El Día de San Valentín del año 1903 Carl Gustav Jung se casa con su novia de siempre Emma Rauschenbach, hija del propietario de la conocida firma relojera IWC. La prosperidad de la familia de Emma permitió a Jung disponer de una libertad financiera que sin duda favoreció notablemente  su propio trabajo. Emma se tomó un fuerte interés en el trabajo de su marido y llegó a ser una notable psicoanalista en su propio campo. Es cuando Jung abre una clínica privada en Zurich, dedicando parte de su tiempo a dar clases en la Universidad. Llevó a cabo estudios que le hicieron muy pronto célebre, “Diagnostiche Assoziations-Studien”, la asociación de palabras.

En 1905 Carl Jung se doctoró en Psiquiatría, pasando inmediatamente a ocupar la plaza de médico jefe de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich, fundando un laboratorio de psicopatología experimental, de donde surgirán tanto la prueba de asociación como los experimentos psicogalvánicos.

En 1907 Jung recibe una invitación de Freud para que lo visite en Viena. Se cuenta que Freud canceló todas sus citas del día, para continuar una conversación que duraría 13 horas seguidas. Jung fue redactor del “Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen”, dirigido por Bleuler y Freud. Más tarde, Freud calificaría a Jung como su “sucesor y príncipe heredero”. Pero Jung nunca asumió en su totalidad la teoría freudiana.

El 27 de abril de 1908 Jung participó en el Primer congreso de psicología freudiana o Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis. Jung presenta la “teoría freudiana de la histeria” y se publica el “Anuario de Investigaciones Psicoanalíticas y Psicopatológicas” siendo Jung su editor.

En 1909 construye su casa, donde se instala definitivamente, en Kusnacht, a unos cuantos kms. de Zurich, al borde del lago, y renuncia su puesto en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich, por exceso de trabajo. 

Uno de los pacientes curados por Jung en su clínica privada fue el millonario Joseph Medill McCormick, hijo del magnate de la Prensa de Chicago, lo que provocó que acudieran a su consulta estadounidenses impresionados por sus teorías. Es entonces cuando la Clark University en Worcester (Massachusetts) invita a Jung para exponer sus trabajos. También Freud sería invitado de modo independiente, recibiendo ambos el grado de Doctor honoris causa. 

En este viaje, Jung y Freud se entretenían analizándose los sueños de cada uno (aparentemente de manera más desenfadada que seria), cuando en un momento determinado Freud demostró una excesiva resistencia a los esfuerzos de análisis de Jung, quien concebía que “El sueño es la pequeña puerta escondida en el más profundo e íntimo santuario del alma”.

Finalmente, Freud le dijo que debían parar, ya que él se sentía con temor a perder su autoridad. Evidentemente, Jung se sintió insultado. Su relación empezó a enfriarse y poco después se separan. Jung pasa entonces por un período de profunda soledad, enfrentado a su propio inconsciente. Y en octubre de 1909 Jung escribe a Freud: «La arqueología, o mejor dicho, la mitología, me ha atrapado». Retornó a su antigua afición, derivando hacia el estudio del simbolismo y mitología de los pueblos antiguos.

En 1910 se llevaría a cabo el Segundo Congreso Internacional de Psicoanálisis, siendo designado Jung presidente permanente de la recién fundada Asociación Psicoanalítica Internacional.

En 1911 escribió su libro “Transformaciones y símbolos de la libido”, en el que incluyó el caso de la joven estadounidense Miss Miller, nombre falso para ocultar la identidad de una paciente esquizofrénica, que sufría alucinaciones sintiéndose atraída hacia el sol. Jung interpretó que el sol era Dios y fue cuando Jung vinculó los arquetipos con la religión. Aunque el contenido de “Transformaciones y símbolos de la libido” en sí no conllevaría aún ningún disenso con la ortodoxia freudiana, ya Jung va dejando entrever en sus memorias lo siguiente: “Ahora lo veía claro. Él mismo (Freud) tenía una neurosis y concretamente fácil de diagnosticar por sus síntomas bastante desagradables, como descubrí en nuestro viaje a América”.

Hacia 1912, Jung termina “El Sacrificio”, última sección de la segunda parte de «Transformaciones y símbolos de la libido», sabiendo de antemano que lo expuesto le costaría su amistad con Freud. «Tenía que exponer allí mi propia noción del incesto, la transformación decisiva del concepto de la libido, además de otras ideas por las que me diferenciaba de Freud». Se lo comentó a su mujer, estuvo dos meses preocupado y sin tocar la pluma. Finalmente se decidió a escribir y le costó la amistad con Freud. Carl G. Jung denominó su propia doctrina "psicología analítica", y luego "psicología compleja", para distinguirla incluso en el nombre del psicoanálisis de Freud. 

El 25 de febrero de 1912 Jung funda la Sociedad de Intereses Psicoanalíticos, encaminándose con ello hacia su propia versión del psicoanálisis. En septiembre pronuncia unas conferencias en la Universidad de Fordham de Nueva York. El tema será el psicoanálisis y sus diferencias con Freud, fundamentalmente:

  1. la represión no da cuenta de todos los estados,
  2. las imágenes inconscientes pueden tener un significado teleológico. 
  3. la libido o energía psíquica no es exclusivamente sexual.

Jung llegaría a decir de Freud que fue un pionero en la construcción de una teoría para explicar la psique humana y prisionero de un punto de vista, ‘una figura trágica, pero un gran hombre’. Por su parte, el psicoterapeuta Alfred Adler, discípulo de Freud, afirmaría que Jung establece una relación entre Freud y Nietzsche, de tal modo que si en Freud se produce una deificación de Eros (sexualidad), en Nietzsche ocurrirá lo mismo respecto de la voluntad de poder (Superhombre), dado que Eros y Poder serán dos principios antagónicos pero complementarios que el ardid de la historia del espíritu había querido que fueran ensalzados.

Hacia otoño de 1913, Jung alude a una deslocalización de su sintomatología interna de carácter psíquico. Volverían a sucederse episodios similares de carácter catastrofista, pero esta vez en forma de tres sueños sucesivos. Poco a poco irían surgiendo diversas representaciones arquetípicas: el Héroe (Sigfrido, la serpiente negra), la Sombra, el propio Yo como complejo, el Viejo sabio (Elías, Filemón, el Ka egipcio), el Ánima (Salomé). Para Jung, el análisis del inconsciente ya se había implantado al inicio de la segunda mitad de su vida. Añade que necesitó aún veinte años más para comprender los contenidos de sus imaginaciones. Pero que lo fundamental en su obra fue hallar «la prueba de la prefiguración histórica de las experiencias internas». Es decir que, para confirmar sus ideas, debió buscar sus premisas en la historia. En ello desempeñó un papel fundamental su hallazgo de la alquimia.

Es precisamente a través de la alquimia como Jung se percató de que el inconsciente es un proceso dinámico, recíproco y bidireccional entre el yo y los contenidos de lo inconsciente, verificable a nivel individual, por los sueños y las fantasías, y a nivel colectivo, en los diversos sistemas religiosos y en la transmutación de sus símbolos. Se trataría en definitiva de la existencia de una carencia fundamental en el mito patriarcal y falocéntrico freudiano, y es la ausencia de lo femenino, lo cual conceptualiza después como Animus. De ello se extrae la existencia de un proceso de transmutación arquetípica que evoluciona durante los siglos, de ahí el Fausto de Goethe, o el mismo proceso de individuación en Jung. Se trata de un proceso suprapersonal, un «mundus arquetipus».

En este año de 1913 se producirá la ruptura definitiva con Freud. Comenzó para Jung una época de inseguridad interior y de desorientación, pero de una ferviente producción intelectual. Se iniciará en Jung su segunda etapa vital y de desarrollo tanto personal como profesional. Abandona su cargo de profesor auxiliar en la Universidad. 

Jung estuvo en Rávena en dos ocasiones: en 1913 y unos veinte años después, quedando impresionado en ambas visitas por el monumento funerario de Gala Placidia. Después se trasladó junto a una amiga al baptisterio ortodoxo, donde acontecería el célebre suceso de «la visión de los mosaicos», alucinación compartida con su acompañante. En una extraña atmósfera inundada por una leve luz azulada sin fuente, Jung vio cuatro mosaicos allí donde debía haber ventanas. Sus correspondientes motivos serían los siguientes:

1. El mosaico norte: «el paso de los israelitas a través del mar Rojo».
2. El mosaico sur: «el bautismo en el Jordán».
3. El mosaico oriental: «el milagro que curó la lepra a Naaman en el Jordán».
4. El mosaico occidental: «Cristo alargando la mano a Pedro al hundirse».

Fue este último al que más importancia se le dio, el más recordado, ante el que se detuvieron durante veinte minutos, y al que asociaron con el rito de iniciación del bautismo, en el que se incluía el arquetipo de la muerte y resurrección.

Estalla la Primera Guerra Mundial y con ella un periodo especialmente doloroso de auto-examen para Jung. Así pues, decidió «abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente». Era sólo el principio de una de las teorías de la personalidad más interesantes. De ello derivó la necesidad del juego, la construcción y edificación infantiles como elementos preliminares en el hallazgo de su propio mito.

Aunque residiendo en Suiza, las noticias bélicas tuvieron sobre él un efecto devastador. Jung dimitió de su cargo en la Asociación Psicoanalítica Internacional y sentó las bases de la llamada Escuela de Zurich, junto con el psiquiatra suizo Alphonse Maeder.

Tras una gradual transformación, en 1916 Jung se sintió «impulsado desde dentro a formular y expresar lo que podría haber dicho Filemón». Será por tanto desde dicho arquetipo desde donde surgirá la imperiosa obligación a transcribir el manuscrito de los “Siete sermones a los muertos”. Será Filemón la imagen deseada por Jung en esos momentos de perturbación y desorden, «una sabiduría y un poder supremos que me desenmarañasen las espontáneas creaciones de mi fantasía». 

Jung sale de la crisis en 1918 y, seguro de la ubicuidad de los motivos y de las imágenes ("arquetipos") del inconsciente profundo, Jung intentó confirmar sus criterios en varios campos de lo conocible, destacando su concepto de “Inconsciente Colectivo“, el cual, según él, sería común a todos los pueblos, y se manifestaría en los mitos y religiones de todas las culturas. Para contrastar estas teorías, se dedicó durante cinco años a realizar viajes y exploraciones de carácter etnopsicológico. Viajó a Nuevo México (USA), donde estudió a los indios que vivían en las reservas de este estado, y también a diversos países de África y Asía. También colaboró en diversos trabajos con el sinólogo Richard Wilhelm, el indólogo Heinrich Zimmer y el filólogo y mitólogo Károly Kerenyi.

A comienzos de 1920, Jung fue invitado por un amigo a viajar a Túnez. Iniciaría el viaje en marzo, dirigiéndose primero a Argelia y terminando en la parte tunecina del desierto del Sáhara. Regresa a Europa por Marsella. En la travesía del Mediterráneo tendría el famoso sueño de Kasbat. Su encuentro con la cultura árabe llegará a impresionarle poderosamente, extrayendo su confrontación con el arquetipo de la sombra, no la individual, sino la colectiva, aquella que está reprimida en la psique inconsciente del europeo por su presunta consciencia civilizada. La esencia emocional de aquellas culturas que viven de afectos, reviven en lo «civilizado» una parte de nosotros que no conviene negar, sino conservar y confrontar. La consciencia siempre es «parcial».

En 1920 apareció otra obra suya de importancia capital, “Psichologische Typen”, en la que definió algunas orientaciones fundamentales de la personalidad humana, buscadas en las culturas e individualidades más diversas de la historia.

En 1921 se publicará su obra «Tipos psicológicos» donde desarrollará la existencia de dos actitudes de la psique: introversión y extraversión y cuatro funciones: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición.

En 1923 fallece su madre y Jung compra un terreno en la comuna de Bollingen, a unos treinta kms de su domicilio, también bordeando el lago. Construye ahí un simple torreón, lugar de refugio, de meditación, el cual después de unas cuantas modificaciones se convertirá en un verdadero “lugar de vida apartado del mundanal ruido”, particularmente de su trabajo cotidiano con sus pacientes.

Gracias a algunos amigos estadounidenses, viaja a Nuevo México para conocer los indios pueblo. Nuevamente confrontará la crueldad histórica del hombre blanco, con su desequilibrio favorecedor de la «cabeza» y no del «corazón», puesto de manifiesto en la colonización en nombre de la avidez. Jung se encontró con un pueblo cuya religión los identificaba como «hijos del padre sol, y descubrió también el simbolismo de la montaña y del agua. Su culto involucraba por tanto a toda la humanidad. Compara entonces Jung el racionalismo que nos aleja del mundo  místico con la pérdida que ello acarrea.

En otoño de 1925 se dirigió con dos amigos, un británico y un estadounidense, hacia el África tropical. De Mombasa a Nairobi y de la capital al interior en ferrocarril de vía estrecha, desde donde Jung ve sobre un pico rocoso una figura delgada y negra, inmóvil, mirando al tren y apoyada sobre una larga lanza, que le produce un sentimiento de déjà vu, aunque para Jung era su primera visita a Kenia y proclama: su mundo era el mío desde hacía incontables milenios. Desde Nairobi, y esta vez en automóvil, she dirigieron a los Athi Plains, una amplia sabana repleta de vida animal. Separándose de sus acompañantes hasta quedar solo, y divisando aquella inmensidad, llegó al siguiente convencimiento: Cuando, estando en Athi Plains, en África Oriental, contemplé desde una pequeña colina aquellos rebaños de millares de venados pastando en silenciosa calma, como venían haciendo desde hace inconmensurables períodos de tiempo, tuve la sensación de ser el primer hombre, el primer ser que sabía que todo eso «es». Todo ese mundo que me rodeaba estaba aún en el silencio inicial y no sabía que era. Y justamente en ese momento en que yo sabía, había surgido el mundo y sin ese momento nunca hubiera existido. Toda la naturaleza busca esa finalidad y la encuentra, ya cumplida, en el hombre, y siempre sólo en el hombre más consciente. Cada paso pequeñísimo hacia delante sobre la senda que lleva a la consciencia crea mundo.

Jung y sus amigos continuan el viaje a Uganda y en cierta ocasión conversaron con un hechicero, al cual se le preguntó acerca de sus sueños, respondiendo con franca melancolía que antes de que llegaran los ingleses los hechiceros tenían sueños premonitorios con frecuencia, pero desde los colonos habitaban en África los hechiceros habían dejado de soñar. Todo lo sabían los ingleses. La decadencia se hallaba presente ante el trueque realizado entre dios y el destino, por un lado, y el racionalismo anglosajón, por otro.

Sus descubrimientos le obligan a interesarse todas las corrientes de pensamiento. Rehabilita el mundo cristiano, la alquimia y estudia de muy cerca el mundo oriental. Su cultura es inmensa. Viaja mucho y descubre hombres viviendo entre dos mundos, poco tocados por la civilización, en África del Norte, tribus de Kenya, Indios de Nuevo México.

En 1930 Jung fue nombrado presidente honorario de la Asociación Alemana de Psicoterapia y en 1933 profesor de Psicología Médica en la Escuela Politécnica Federal de Zurich. Luego dejó la enseñanza por motivos de salud. Tras el ascenso de Hitler al poder, ese mismo año, la Asociación, a la que se habían adherido diversos psicoterapeutas judíos, fue disuelta y absorbida por otra más grande, de alcance internacional, con Jung presidente: la Sociedad Médica de Psicoterapia. El hecho de que Jung aceptara ser presidente honorario de esta Sociedad y director de la Revista de psicoterapia, ambas de presunta matriz nazi, ha sido utilizado como uno de los argumentos para atribuirle inclinaciones pronazis y antisemitas.

Ya desde 1936 describe en uno de sus libros, con profusión de datos desafortunadamente proféticos, el peligro que representa Alemania, enlazando la historia del país con los mitos subyacentes que le animan. Su obra es condenada por los alemanes y él no puede hacer nada para evitar el conflicto mundial sobreviviendo gracias a su ciudadanía suiza.

En 1938 Jung viajó a la India invitado por el Gobierno con ocasión de los veinticinco años de  la Universidad de Calcuta. Su mayor interés se centró en el posicionamiento de la cultura india frente al concepto del “mal”. Mientras que para la cultura occidental el objetivo es el “bien”, intentando desechar el mal o evitando estar a merced de él, para la India la meta se hallaría en un estado más allá del bien y del mal, al cual se podría acceder vía meditación o yoga. El posicionamiento occidental donde el mal se halla subordinado al bien, o donde incluso quedaría definido como «ausencia de bien» («privatio boni»), daría paso a una concepción donde ambos conceptos dejarían de tener entidad propia y pasarían a formar parte de una expresión dinámica y polarizada perteneciente a un «Todo» que los trasciende, superando dicha entidad todo intento de denominación conceptual. Se le ha nombrado como Nirvana. Tras su visita a la India  renovó su agenda de prioridades, guiado por la convicción de que debía prestar más atención a la espiritualidad de Oriente.

En 1942, Allen Dulles viajó a Berna como jefe de la CIA con la misión de elaborar un informe sobre el movimiento secreto antinazi en Alemania. Entró en contacto con Jung, gran conocedor del alma germánica del momento. Dulles convenció a Jung para que recogiese informaciones útiles y lo convirtió en el agente nº 488 de la Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU. En 1943 se le nombró miembro honorario de la Schweizerische Akademie der Medizinischen Wissenschaften.

En 1944 Jung es víctima de un infarto y es cuando hace la experiencia del paso de la vida a la muerte en una primera fase. Una fuerza invisible le obliga a volver a tierra. Publica entonces una larga serie de obras que serán cualificadas de mayores, entre ellas “Psicología y Alquimia”. En ella la relación entre el simbolismo inconsciente y la religión cristiana se ejemplificaba con el concepto alquímico de Lapis, la piedra, como figura paralela a Cristo, así como con el aurum non vulgi y con la viriditas de los alquimistas. Con ello verificaba Jung la existencia de un «Cristo alquímico», anima mundi o filius macrocosmi, la inmanencia del antropos viviente en todo el mundo, «Cristo como unificación de materia espiritualmente viva y físicamente muerta». 

En 1945, funda la Sociedad Suiza de Psicología Práctica y en 1948 fue creado en Zurich, por iniciativa de varias personalidades suizas y de otras naciones, el Instituto C. G. Jung, que coordina la actividad de la escuela junguiana de psicología, publica importantes trabajos y promueve la celebración de congresos y reuniones nacionales e internacionales.

Escribe hasta el final de sus días, testigo del hombre y de las dificultades de su tiempo. En «Aion», publicado en 1951, plantea la figura histórica, el hombre Jesús. La mentalidad colectiva de la época o constelación arquetipal, la prefiguración del «antropos», se abatió sobre él; el hijo del hombre, o hijo de Dios, se enfrentaba al señor de este mundo. El hecho de que Jesús se convirtiera en el «salvador mundi» tuvo que ver con la suma de una proyección colectiva procedente de una constelación arquetipal histórica sobre «una personalidad de talla aventajada». 

En 1955 se conmemoró ampliamente el octogésimo aniversario de Jung en todo el mundo, pero singularmente en Zurich y Küssnacht (lago de Zurich), su residencia habitual.

Finalmente, en 1956 aparece su obra Mysterium coniunctionis, que constituye el culmen de la confrontación entre la alquimia y la psicología analítica. Vuelve a exponer el tema de la «transferencia», pero sobre todo realiza una síntesis final entre alquimia y psicología profunda. Sus trabajos tardíos muestran un profundo interés en el Cristianismo esotérico y, especialmente, en la alquimia.

Carl Gustav Jung muere el  6 de junio de 1961, tras una corta enfermedad, en su casa junto al lago de Zurich, en el apacible poblado de Küsnacht, a los 85 años de edad. Se encontraba leyendo una obra de Teilhard de Chardin "El fenómeno humano". En el instante de su fallecimiento, un rayo partió el árbol donde solía descansar.

Carl Gustav Jung fue el fundador de la psicología analítica o de los complejos y un pensador de gran reconocimiento.

En sus prácticas clínicas introducía reflexiones metapsicológicas. Vinculaba la estructura y la psique. En su metodología participaban la antropología, la alquimia, los sueños, la mitología y la religión, como medio para alcanzar la realidad del alma. Son conceptos suyos el inconsciente colectivo, los arquetipos, la individuación, los tipos psicológicos, el complejo, la imaginación activa, el determinismo psíquico y la sincronicidad. 

De acuerdo con su posicionamiento, para captar cabalmente la estructura y función del psiquismo, era vital que la psicología anexara los hallazgos provistos por las ciencias humanas. El mito, los sueños y las psicopatologías constituirían un espectro de continuidad, manifestando in vivo rasgos singulares, que operan sistemáticamente en las profundidades de la vida anímica inconsciente. Sin embargo, para Jung, lo inconsciente per se es, por definición, incognoscible. Lo inconsciente sólo podría ser aprehendido por medio de sus manifestaciones y a determinados patrones de comportamiento, a los que llamó arquetipos. Jung sostenía que los arquetipos actúan en todos los hombres, lo que le permitió postular la existencia de un inconsciente colectivo.

El hombre accedería a esa dinámica inconsciente en virtud de la experiencia subjetiva de estos símbolos, aportada profusamente por los sueños, el arte, la religión, la mitología, los dramas psicológicos representados en las relaciones interpersonales, y los propósitos íntimos. Jung sostenía la importancia de profundizar en el conocimiento de ese lenguaje simbólico para consolidar la preeminencia de la consciencia individual sobre las potencias inconscientes. Sostenía que este proceso de individuación sólo es viable cuando se ha dado respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el mito que tú vives?. Consideraba, por otra parte, que estos aspectos de la vida anímica están relativamente marginados del sistema de creencias de la mentalidad moderna occidental.

Jung consideraba que el inconsciente colectivo estaba constituido por arquetipos. Ejemplos de estos arquetipos son la máscara, la sombra, la bestia, la bruja, el héroe, el ánimus y el ánima. También identificaba como arquetípicas ciertas imágenes en concreto, como las representaciones del Mandala. Para elaborar su concepto de arquetipo, Jung se inspiró en la reiteración de motivos o temas en diversas mitologías de las más remotas culturas: creyó haber hallado temas comunes inconscientes, que la humanidad reiteró apenas con ligeras variantes, según las circunstancias.

Los conceptos quizás más reconocidos de la psicología junguiana son los de introversión y extraversión, emanados de su teoría de los Tipos Psicológicos, que tuvo bastante aceptación, sentando las bases para el desarrollo ulterior de pruebas psicométricas, mediante las cuales se procura valorar, en términos cuantitativos, las características psicológicas de los individuos.

La influencia de Jung se encuentra en escritores como Herman Hesse, James Joyce, Jorge Luis Borges y Morris West, y en los pintores Peter Birkhäuser, Jackson Pollock, Remedios Varo y Leonora Carrington. En cine el director Federico Fellini llevó a la pantalla una imaginería exuberante forjada gracias a su encuentro con las ideas de Jung, especialmente su interpretación de los sueños. Otro realizador directamente influido por la psicología analítica lo hallamos en Ingmar Bergman en películas tales como “Manniskoätarna” (1966) o “Fanny y Alexander” (1982). Luis Buñuel tenía unos conocimientos exhaustivos de Jung, y de ciertos textos clave, incluidos los que versan sobre la paranoia y la feminidad, como evidencian las películas “Él”, “Ensayo de un crimen” y “Bella de día”. En la película de género bélico “Ha llegado el águila”, protagonizada por Michael Caine, Donald Sutherland y Robert Duvall, el personaje de Duvall habla de la obra de Jung, explicando brevemente su esencia y aplicándola al asunto que forma el argumento central de la película.

En series televisivas como “Frasier”, uno de los personajes es terapueta junguiano y existen múltiples referencias cinematográficas (“La guerra de las galaxias”, “El señor de los anillos” y “Matrix”) y directores contemporáneos, David Lynch y Darren Aronofsky con su magnífica exposición de la sombra en “Black Swan”.

En 2007, Salomón Shang dirige el documental Carl Gustav Jung basado en una entrevista filmada en 16 mm y llevada a cabo por el doctor Evans en Houston en septiembre de 1957. Dicho material fue, según se afirma en la sinopsis del documental, censurado en numerosos países, terminando en olvidado en un almacén de América Central, si bien al parecer se trata de un plagio del documental “Jung on Film” lanzado en 2001 en EE.UU., que lo que recoge es una entrevista del doctor Evans a Jung en su casa de Zurich.

En 2011, el director de cine David Cronenberg estrenó “Un método peligroso”, la adaptación al cine de una obra de teatro de 2002 de Christopher Hampton. Su argumento bascula alrededor de las relaciones profesionales y afectivas surgidas entre Sabina Spielrein, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud. Sus protagonistas son Keira Knightley(Sabina Spielrein), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung) y Viggo Mortensen (Sigmund Freud).

La canción de Peter Gabriel “Rhythm of the Heat” en “Security” (1982) trata de la visita de Jung a África durante la cual se unió a un grupo de percusionistas y bailarines tribales. En la portada del último álbum de “The Police, Synchronicity”, denominado así en referencia a la teoría de Jung, se ve a Sting, que declara haber estudiado psicología junguiana, leyendo un libro titulado “Sincronicidad".


MAG/11.03.2018



lunes, 12 de febrero de 2018

Bertrand Russell


Bassano Ltd - National Portrait Gallery

Bernard Arthur William Russell nació el 18 de mayo de 1872, en Trellech (Gales), descendiente de los Condes de Russell (título concedido a su abuelo paterno dos veces primer ministro de la Reina Victoria). Sus padres, John Russell y Katrine Louisa Stanley, Vizcondes de Amberley, eran conocidos por un posicionamiento liberal como librepensadores en temas religiosos y morales dentro de la aristocracia británica. El activismo político de los Russell, como una de las más destacadas familias ‘whig’ (más tarde conocidos como liberales), se inició con su participación en la disolución de los monasterios en 1563 así como en el complot para asesinar al rey Charles II y a su hermano el futuro James II en 1863, siendo ejecutado Lord William Russell.

John Russell, como ateo, organizó un bautizo secular para su hijo Bertrand en el que ejerció de padrino el filósofo y economista John Stuart Mill. Lord Amberley consintió el ‘affair’ de su esposa con Douglas Spalding, uno de los tutores de sus hijos, pues ambos eran promotores del control de natalidad con un fuerte rechazo por parte de la sociedad británica.

Evidentemente, los Amberley pretendían educar a sus hijos Frank y Bertrand en sus posicionamientos ideológicos, pero en 1874, cuando Bertrand tenía seis años, su madre falleció de tisis, contagiada por Douglas Spalding, y dos años después su padre de bronquitis y pena o remordimiento. 

Frank, siete años mayor que Bertrand, continuó estudiando en Winchester, pero Bertrand fue llevado con sus abuelos a la ‘residencia de gracia y favor’ Pembroke Lodge en Richmond Park, ofrecida gratuitamente por la Corona británica por los servicios prestados por la familia al Reino Unido. 

Pronto fallece su abuelo y la educación de Bertrand recae en Lady Russell, bautizada en la Iglesia Presbiteriana Escocesa y, aunque liberal en política, era de ideas morales muy estrictas. Como pauta para la educación de su nieto le entregó una Biblia con los versículos favoritos de ella subrayados. El preferido de Bertrand era: No seguirás a los muchos para hacer mal (Éxodo 23:2). La actitud represiva de su abuela convirtió a Bernard en un niño tímido, retraído y solitario, que a veces consideraba el suicidio. Solía pasar mucho tiempo en la biblioteca de su abuelo, donde descubrió las obras de Percy Bysshe Shelley, que leyó una y otra vez, hasta aprender capítulos de memoria. Se sentía identificado con Shelley y se lamentaba no haber podido conocer a un ser humano por el que sentía tanta simpatía. 

Las materias que más le interesaban eran la religión y las matemáticas. Su deseo de saber más sobre matemáticas fue lo que lo alejó del suicidio. Cuando cumplió once años, su hermano Frank le habló de Euclides y su vida cambió. “Fue uno de los grandes acontecimientos de mi vida, como el primer amor. No había podido imaginar que hubiera nada tan delicioso en el mundo”, escribió.

En plena adolescencia, las lecturas en matemáticas avanzadas le llevaron a replantearse algunas de los dogmas claves de la religión cristiana. A sus quince años, Bertrand empezó a cuestionarse la validez de la religión cristiana, llegando a la conclusión de que no existía el libre albedrío. A los 17 dedujo que no existía vida tras la muerte y un año más tarde, tras haber leído la autobiografía de John Stuart Mill, su padrino secular, se convirtió en agnóstico. 

En 1890, Bertrand Russell se presentó en el Trinity College de la Universidad de Cambridge a las Mathematical Tripos, que consistían en dos exámenes escritos diarios durante una semana, con un total de más de 200 preguntas o ejercicios, que superó e ingresó en la Universidad. Conoció a George Edward Moore, profesor de Filosofía, uno de los padres de la tradición analítica en filosofía, y miembro de la sociedad secreta de solamente 12 intelectuales, los Cambridge Apostles, que aceptarían a Russell  tras ser distinguido en 1893 con los honores de primera clase o ‘wrangler’. En 1895 fue nombrado Fellow del Trinity College, graduado en matemáticas y filosofía con honores. 

Bertrand Russell conoció a una cuáquera estadounidense Alys Pearsall Smith, con cuya familia viajó al Continente en 1889. Visitaron la Exposición Universal y subieron a la Torre Eiffel poco después de finalizada su construcción. Russell se enamoró de la puritana Alys y decidieron, en contra de la postura de la abuela Lady Russell que la consideraba una ‘parvenue’, casarse el 13 de diciembre de 1894. Él tenía 22 años. El matrimonio duró de hecho hasta 1901, aunque no se divorciaron hasta 1921. En ese interregno, Russell mantuvo relaciones sentimentales (algunas en paralelo) con muchas mujeres, algunas muy sonadas, entre ellas, una aristócrata filántropa, una conocida actriz y la primera esposa de T. S. Eliot, uno de sus amigos.

La primera publicación de Russell apareció en 1896 con el título German Social Democracy, primera demostración temprana del interés que a lo largo de toda su vida mostró por la teoría social y política. En ese mismo año explicó la democracia social alemana en la London School of EconomicsInfluenciado por los hegelianos británicos, abandonó el idealismo en 1898 por un realismo platónico.

En 1900 Russell acudió a París al segundo congreso internacional de matemáticas, donde conoció a Giuseppe Peano, referente en la lógica simbólica. Fascinado por su ponencia, Russell devoró todas las publicaciones del italiano. “Durante años he tratado de analizar las nociones fundamentales de la matemática, como el orden y los números cardinales. De repente, en unas semanas, he descubierto lo que parecen ser las respuestas definitivas a los problemas que me habían desconcertado durante años. Y mientras descubría estas respuestas, he conocido una nueva técnica matemática, gracias a la cual, las regiones antes abandonadas a la vaguedad de los filósofos, han sido conquistadas por la precisión de las fórmulas exactas”, escribió.

Ese mismo año, Russell comenzó a redactar el ensayo The Principles of Mathematics  llegando a escribir 200.000 palabras en sólo tres meses. Su publicación en 1903, fue la antesala de la obra cumbre que Bertrand Russell escribiría junto a Alfred N. Whitehead: Principia Mathematica. Estos tres volúmenes (publicados entre 1910 y 1913) conforman un sistema axiomático en el que se pueden basar todas las matemáticas y con el que los autores pretendían trasladar las matemáticas al área de la filosofía lógica y dotarlas de un marco científico preciso, eliminando así cualquier conexión entre los números y el misticismo. La "teoría de los tipos", la de los números como "clases de clases" y la "paradoja de Russell" fueron los resultados más significativos de esta amplia labor de investigación.

En febrero de 1901, Russell presenció la angina de pecho que provocó un intenso sufrimiento a la mujer de Alfred N. Whitehead. Russell escribió: “Sentí el deseo casi tan profundo como el de Buda de encontrar la filosofía que convirtiese en duradera la vida humana. Al final del ataque, me transformé en otra persona totalmente diferente”.

En 1908 Bertrand Russell fue elegido Fellow of the Royal Society y dos años más tarde regresó como profesor al Trinity College de la Universidad de Cambridge. Un estudiante de ingeniería austríaco, Ludwig Wittgenstein, le solicitó fuese su tutor de Filosofía. Russell considera a Wittgenstein un genio y su sucesor en sus planteamos sobre la Lógica y le animaría a escribir su Tractatus Logico-Philosophicus en 1922.

Durante la I Guerra Mundial, Russell fue uno de los pocos que se proclamó pacifista y en 1916 fue expulsado del Trinity College. Un año más tarde participa activamente en la Convención de Leeds en la que se reunieron más de un millar de socialistas pacifistas y es el orador más ovacionado. Le sancionan con una multa de 100.- £, que se niega a pagar con la esperanza de que le lleven a prisión. Se hizo una subasta con los libros de Russell que compraron sus amigos hasta recaudar las cien libras. En 1918 se manifestó públicamente en contra de invitar a que los Estados Unidos se pusieran del lado del Reino Unido y esta vez sí fue enviado a la cárcel durante seis meses. Durante su permanencia en prisión escribió Introduction to Mathematical Philosophy, en la que combina las dos áreas del saber que consideraba inseparables.

En 1919 Russell fue readmitido en el Trinity College aunque renunciaría un año después.

En agosto de 1920 viajó a la Unión Soviética formando parte de una delegación oficial enviada por el Gobierno Británico para conocer los efectos de la Revolución Rusa. Se reunió con Lenin durante una hora y declaró, después, que lo había encontrado desagradable y de una crueldad caprichosa comparable a un profesor dogmático. Las expectativas iniciales de Russell para apoyar la revolución se desvanecieron tras el viaje, cuyas experiencias se plasmaron en el libro The Practice and Theory of Bolshevism, donde mostró su desacuerdo con la forma en que allí se llevaba a cabo el socialismo, pues no estaba de acuerdo con los métodos que se utilizaban para alcanzar un sistema comunista.

En otoño de 1920, acompañado de Dora Black, escritora feminista y activista socialista, Russell viajó a China, donde enseñó Filosofía en la Universidad de Pekín durante un año. Ilusionado, esperaba encontrar un nuevo camino, atraído como lo estaban el estadounidense John Dewey y el indio Rabindranath Tagore, profesores también en Pekín en ese tiempo. La estancia en China resultó muy provechosa, y Russell apreció en su cultura valores tales como la tolerancia, la imperturbabilidad, la dignidad y, en general, una valiosa actitud que valoraba la vida, la belleza y el placer de una manera distinta a la occidental.

Poco antes de emprender regreso, Russell cayó gravemente enfermo de neumonía. A su regreso a Inglaterra, Dora estaba embarazada y Russell solicitó apresuradamente el divorcio de Alys, que consiguió el 27 de septiembre de 1921. Seis días más tarde Bertrand Russell se casó con Dora Black. De 1922 a 1927 la familia Russell (Bertrand, Dora, John Conrad y Katharine Jane), dividía su tiempo entre Londres y Porthcurno (Cornualles) en verano. 

En 1927, Bertrand y Dora fundaron en Beacon Hill (Londres) una escuela privada infantil experimental, inspirada en una pedagogía progresiva y despreocupada, que pretendía estar libre de prejuicios. El colegio reflejaba la idea de que los niños no debían ser forzados a seguir un currículo académico estricto. En 1930 Dora dio a luz a Harriet Ruth. 

A lo largo de 1930, Russell colaboró con su amigo V. K. Krishna Menon, secretario de la Liga India, organización a favor de la independencia de la India.

En 1931, Bertrand se convirtió en el Tercer Conde Russell, al fallecimiento de su hermano Frank.

En 1932 Bertrand Russell se divorció de Dora, que había tenido dos hijos con un periodista americano, Griffin Barry, y en 1936 Russell se casó con la antigua niñera de sus hijos, Patricia Spence, con quien tuvo un varón, Conrad Sebastian Robert, futuro líder del partido demócratas liberal. Sus recursos eran escasos para alimentar a tan amplia familia y su amigo George Santayana, a pesar de no compartir ni pensamiento ni política, le apoyó financieramente con una dotación anual de 5.000.-$ durante cinco años.

En 1937 Russell vuelve a dar clases en la London School of Economics, en esta ocasión sobre la Ciencia del Poder.

En 1938 fue llamado a la Universidad de Chicago, y después a  la Universidad de Los Angeles (UCLA) para enseñar Filosofía. 

Se declara la II Guerra Mundial y pasa del pacifismo, mostrado en la Primera Guerra, a un apoyo claro a las fuerzas aliadas contra el ejército nazi, alegando que un mundo en donde el fascismo fuera la ideología reinante lo mejor de la civilización habría muerto y no valdría la pena vivir. 

En 1940 es nombrado profesor en el City College de Nueva York (CCNY), pero no llega a tomar posesión porque un tribunal neoyorquino lo declara ‘moralmente no apto’ por sus opiniones sobre la moralidad sexual, expresadas en su libro Marriage and Morals (1929). Protestaron contra la decisión judicial John Dewey y Albert Einstein.

Russell es invitado por la Barnes Foundation a pronunciar conferencias sobre la Historia de la Filosofía, que fueron recogidas en el libro A History of the Western Philosophy, que se convirtió en best-seller proporcionándole ingresos para el resto de su vida. En 1944 Russell regresa al Reino Unido y se le restituye en su puesto del Trinity College.

Participa además en programas de radio de la BBC sobre temas filosóficos y es invitado a dar conferencias en distintos lugares. En un viaje a Trondheim (Noruega) su avión se estrella, y él y otros 24 pasajeros, de un total de 43, sobreviven. Explica su salvación gracias a que era fumador y estaba sentado en la zona a éstos destinada.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Russell se dedica plenamente a la tarea de evitar la guerra nuclear y asegurar la paz mediante una adecuada organización internacional, iniciando una etapa de activismo político que provocaría su segundo encarcelamiento, durante una semana, y a los 89 años, por participar en una manifestación anti-nuclear.

En 1949 el rey Jorge VI le concedió la Orden al Mérito.

En 1950 recibió el Premio Nobel de Literatura «en reconocimiento de sus variados y significativos escritos en los que defiende ideales humanitarios y la libertad de pensamiento».

En 1952, a los ochenta años, se unió en cuartas nupcias a Edith Finch, a quien había conocido en 1925, y tras un feliz matrimonio, murió pacíficamente en sus brazos el 2 de febrero de 1970, con 97 años de edad, en su residencia Plas Penrhyn de Penrhyndeudraeth (Gales). Su cuerpo fue incinerado en Colwyn Bay el 5 de febrero de 1970. De acuerdo con su voluntad, no hubo ceremonia religiosa y sus cenizas fueron esparcidas en las montañas de Gales.

Tras su muerte, el Trinity College de Cambridge, el que fue su segundo hogar, le rindió homenaje. Hoy se puede leer en sus muros esta placa en su memoria:

El tercer conde Russell, de la Orden del Mérito, profesor de este colegio, fue particularmente famoso como escritor intérprete de la lógica matemática. Abrumado por la amargura humana, en edad avanzada, pero con el entusiasmo de un joven, se dedicó enteramente a la preservación de la paz entre las naciones, hasta que finalmente, distinguido con numerosos honores y con el respeto de todo el mundo, encontró descanso a sus esfuerzos en 1970, a los 97 años de edad.

Al final de su autobiografía, Russell reflexiona sobre su vida y concluye que desde su juventud, toda su vida estaba guiada por dos objetivos: “Quería, por un lado, descubrir si todo podía ser sabido; y, por otro lado, hacer todo lo posible para crear un mundo más feliz”. Los acontecimientos del siglo XX hicieron mella en su optimismo, pero no le derrotaron: “Puede que yo haya pensado que el camino hacia un mundo de seres humanos libres y felices era más corto de lo que, en realidad, ha resultado ser. Pero no me equivoqué al pensar que ese mundo era posible”.

MAG/13.02.2018