sábado, 10 de marzo de 2018

Carl Gustav Jung





Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Kesswil, una pequeña localidad de Suiza al borde del lago Constanza, en el seno de una familia muy educada y extensa, de ascendencia alemana y de tradición religiosa. Tanto la rama paterna como la materna pertenecían a dos importantes familias de la Basilea del siglo XIX. Su padre era pastor luterano de la Iglesia Reformada Suiza. El abuelo paterno organizó la Facultad de Medicina de la Universidad de Basilea y el abuelo materno, Samuel Preiswerk era filólogo y autor, descendiente de hugonotes franceses.

Los episodios depresivos de su madre la llevan con frecuencia a la casa de reposo, y la ausencia del padre, como pastor comprometido con sus feligreses, hacen que Carl Gustav tenga que recurrir para entretenerse a sus sueños inventando juegos y rituales secretos, inspirado en las novelas de caballería y los libros hagiográficos de la religión católica, que descubre en la biblioteca de su padre.

El Romanticismo estaba continuamente presente en el hogar, con aparición de espectros y demás fenómenos parapsicológicos. Cuando apenas contaba tres o cuatro años, Carl soñó que descendía por un oscuro agujero rectangular que parecía estar cavado en una pradera. Al llegar al fondo del hoyo, encontró una puerta en arco del que pendía una cortina verde que parecía cerrarle el paso. Carl, movido por la curiosidad, apartó la cortina con el brazo para encontrar, al otro lado, algo parecido a la cámara real de un palacio, con techo alto y una alfombra roja que describía un camino hacia un lugar importante. Al final de la alfombra, presidiendo la estancia, un impresionante trono real de gran tamaño, sobre el cual reposaba una criatura extraña: un monstruo con forma de árbol, consistencia de piel humana y sin más rostro que un solo ojo en la parte superior del tronco. La criatura permanecía inmóvil y ni siquiera daba muestras de reaccionar ante su presencia, y sin embargo Carl tenía la sensación de que en cualquier momento podía ponerse a reptar por el suelo y alcanzarlo rápidamente. En ese momento, oyó cómo su madre gritaba, desde la entrada de la fosa: "¡Míralo! ¡Es el comedor de hombres!”. En ese momento, el terror hizo que el pequeño Carl se despertase. Muchos años después, ofreció una interpretación de este sueño basado en el simbolismo fálico del dios subterráneo y el del velo verde, que cubre el misterio. Y, aunque pueda parecer que experimentar esta especie de pesadilla suponga una experiencia muy desagradable, Jung llegó a considerar que este sueño fue su inicio en el mundo de los misterios, el estudio de la religión y los símbolos, y el funcionamiento de lo que más adelante sería llamado lo inconsciente por los psicoanalistas.

Este sueño, unido a la gran imaginación y curiosidad hacia temas abstractos que Jung tenía desde una edad muy temprana, hizo que experimentase cada vez más con las diferente maneras de acceder a lo divino y lo oculto, normalmente a través de pensamientos auto-inducidos.

El hecho de que en su familia existiesen tantas personas fuertemente relacionadas con el luteranismo y que su madre tuviese un comportamiento errático que parecía no responder del todo a lo que ocurría en el mundo de lo observable (ya que parecía pasar por episodios de disociación de la realidad), hizo que naciera en el joven Jung una doble espiritualidad: una luterana y otra basada en ideas más relacionadas con el paganismo. Jung empezó a desarrollar una sensibilidad extraordinaria para relacionar entre sí sensaciones e ideas que aparentemente poco tenían en común. Este fue uno de los rasgos característicos que definieron la manera de pensar de Carl Gustav Jung tal y como lo conocemos hoy, y que lo llevaría a adoptar con facilidad los planteamientos del psicoanálisis.

El padre inició a Carl en el latín a la edad de 6 años, lo que desde el principio aceptó con gran interés. Era más bien retraído y solitario en su adolescencia, no le importaba mucho el colegio y no soportaba la competición. Acudió a un colegio interno en Basilea, donde tropezó frontalmente con los celos de sus compañeros. Empezó a utilizar la enfermedad como excusa, desarrollando una tendencia vergonzante a desmayarse cuando estaba sometido a una gran presión.

Durante su infancia y adolescencia, Jung destacó como un estudiante muy brillante, gran conocedor de los clásicos (Platón, Heráclito, etc.), admirador de Schopenhauer y especialmente cautivado por la obra literaria de Goethe. En su autobiografía, describe el acercamiento a la obra de este último “Así habló Zaratustra” como una experiencia impactante, sólo comparable a la inspirada por el “Fausto”. También era profundo su interés por los ensayos de filósofos como von Hartmann y Nietzsche. Además de leer la mayoría de las lenguas modernas, Jung también leía varias lenguas antiguas como el sánscrito.

Jung anhelaba estudiar arqueología, pero su familia carecía de recursos por lo que decide matricularse en medicina en la Universidad de Basilea en 1894. Al morir su padre en 1896 pasan su madre, su hermana y él por un período de pobreza extrema. En 1898 acontecieron dos episodios de índole espiritista, que atrajeron el interés de Jung, dando pie a la elaboración de su propia tesis en la Facultad de Medicina bajo el título “Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos”. 

En 1900 obtiene su licenciatura en Medicina y la lectura del Manual de Psiquiatría del alemán Richard von Krafft-Ebing, le hizo inclinarse por la Psiquiatría, consiguiendo ser nombrado asistente en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Zurich (Burghölzli), bajo la tutela de Eugene Bleuler, padre y conocedor más importante de la esquizofrenia.

Sus años de aprendizaje le permiten comprender mejor el mundo de los enfermos mentales, descubriendo entonces los trabajos publicados por Sigmund Freud. Las investigaciones de base filosófica materialista realizadas por Freud en cuanto a hipnosis y sueños ayudan a Jung a abordar el universo extraño de los hospitales psiquiátricos. Jung siempre se movió en la tensión entre lo material y lo espiritual, algo que le ganó no pocos enemigos en el mundo académico.

En 1902 viaja a París para seguir durante un semestre los cursos de psicopatología dados por Pierre Janet en la Salpêtrière.

El Día de San Valentín del año 1903 Carl Gustav Jung se casa con su novia de siempre Emma Rauschenbach, hija del propietario de la conocida firma relojera IWC. La prosperidad de la familia de Emma permitió a Jung disponer de una libertad financiera que sin duda favoreció notablemente  su propio trabajo. Emma se tomó un fuerte interés en el trabajo de su marido y llegó a ser una notable psicoanalista en su propio campo. Es cuando Jung abre una clínica privada en Zurich, dedicando parte de su tiempo a dar clases en la Universidad. Llevó a cabo estudios que le hicieron muy pronto célebre, “Diagnostiche Assoziations-Studien”, la asociación de palabras.

En 1905 Carl Jung se doctoró en Psiquiatría, pasando inmediatamente a ocupar la plaza de médico jefe de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich, fundando un laboratorio de psicopatología experimental, de donde surgirán tanto la prueba de asociación como los experimentos psicogalvánicos.

En 1907 Jung recibe una invitación de Freud para que lo visite en Viena. Se cuenta que Freud canceló todas sus citas del día, para continuar una conversación que duraría 13 horas seguidas. Jung fue redactor del “Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen”, dirigido por Bleuler y Freud. Más tarde, Freud calificaría a Jung como su “sucesor y príncipe heredero”. Pero Jung nunca asumió en su totalidad la teoría freudiana.

El 27 de abril de 1908 Jung participó en el Primer congreso de psicología freudiana o Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis. Jung presenta la “teoría freudiana de la histeria” y se publica el “Anuario de Investigaciones Psicoanalíticas y Psicopatológicas” siendo Jung su editor.

En 1909 construye su casa, donde se instala definitivamente, en Kusnacht, a unos cuantos kms. de Zurich, al borde del lago, y renuncia su puesto en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich, por exceso de trabajo. 

Uno de los pacientes curados por Jung en su clínica privada fue el millonario Joseph Medill McCormick, hijo del magnate de la Prensa de Chicago, lo que provocó que acudieran a su consulta estadounidenses impresionados por sus teorías. Es entonces cuando la Clark University en Worcester (Massachusetts) invita a Jung para exponer sus trabajos. También Freud sería invitado de modo independiente, recibiendo ambos el grado de Doctor honoris causa. 

En este viaje, Jung y Freud se entretenían analizándose los sueños de cada uno (aparentemente de manera más desenfadada que seria), cuando en un momento determinado Freud demostró una excesiva resistencia a los esfuerzos de análisis de Jung, quien concebía que “El sueño es la pequeña puerta escondida en el más profundo e íntimo santuario del alma”.

Finalmente, Freud le dijo que debían parar, ya que él se sentía con temor a perder su autoridad. Evidentemente, Jung se sintió insultado. Su relación empezó a enfriarse y poco después se separan. Jung pasa entonces por un período de profunda soledad, enfrentado a su propio inconsciente. Y en octubre de 1909 Jung escribe a Freud: «La arqueología, o mejor dicho, la mitología, me ha atrapado». Retornó a su antigua afición, derivando hacia el estudio del simbolismo y mitología de los pueblos antiguos.

En 1910 se llevaría a cabo el Segundo Congreso Internacional de Psicoanálisis, siendo designado Jung presidente permanente de la recién fundada Asociación Psicoanalítica Internacional.

En 1911 escribió su libro “Transformaciones y símbolos de la libido”, en el que incluyó el caso de la joven estadounidense Miss Miller, nombre falso para ocultar la identidad de una paciente esquizofrénica, que sufría alucinaciones sintiéndose atraída hacia el sol. Jung interpretó que el sol era Dios y fue cuando Jung vinculó los arquetipos con la religión. Aunque el contenido de “Transformaciones y símbolos de la libido” en sí no conllevaría aún ningún disenso con la ortodoxia freudiana, ya Jung va dejando entrever en sus memorias lo siguiente: “Ahora lo veía claro. Él mismo (Freud) tenía una neurosis y concretamente fácil de diagnosticar por sus síntomas bastante desagradables, como descubrí en nuestro viaje a América”.

Hacia 1912, Jung termina “El Sacrificio”, última sección de la segunda parte de «Transformaciones y símbolos de la libido», sabiendo de antemano que lo expuesto le costaría su amistad con Freud. «Tenía que exponer allí mi propia noción del incesto, la transformación decisiva del concepto de la libido, además de otras ideas por las que me diferenciaba de Freud». Se lo comentó a su mujer, estuvo dos meses preocupado y sin tocar la pluma. Finalmente se decidió a escribir y le costó la amistad con Freud. Carl G. Jung denominó su propia doctrina "psicología analítica", y luego "psicología compleja", para distinguirla incluso en el nombre del psicoanálisis de Freud. 

El 25 de febrero de 1912 Jung funda la Sociedad de Intereses Psicoanalíticos, encaminándose con ello hacia su propia versión del psicoanálisis. En septiembre pronuncia unas conferencias en la Universidad de Fordham de Nueva York. El tema será el psicoanálisis y sus diferencias con Freud, fundamentalmente:

  1. la represión no da cuenta de todos los estados,
  2. las imágenes inconscientes pueden tener un significado teleológico. 
  3. la libido o energía psíquica no es exclusivamente sexual.

Jung llegaría a decir de Freud que fue un pionero en la construcción de una teoría para explicar la psique humana y prisionero de un punto de vista, ‘una figura trágica, pero un gran hombre’. Por su parte, el psicoterapeuta Alfred Adler, discípulo de Freud, afirmaría que Jung establece una relación entre Freud y Nietzsche, de tal modo que si en Freud se produce una deificación de Eros (sexualidad), en Nietzsche ocurrirá lo mismo respecto de la voluntad de poder (Superhombre), dado que Eros y Poder serán dos principios antagónicos pero complementarios que el ardid de la historia del espíritu había querido que fueran ensalzados.

Hacia otoño de 1913, Jung alude a una deslocalización de su sintomatología interna de carácter psíquico. Volverían a sucederse episodios similares de carácter catastrofista, pero esta vez en forma de tres sueños sucesivos. Poco a poco irían surgiendo diversas representaciones arquetípicas: el Héroe (Sigfrido, la serpiente negra), la Sombra, el propio Yo como complejo, el Viejo sabio (Elías, Filemón, el Ka egipcio), el Ánima (Salomé). Para Jung, el análisis del inconsciente ya se había implantado al inicio de la segunda mitad de su vida. Añade que necesitó aún veinte años más para comprender los contenidos de sus imaginaciones. Pero que lo fundamental en su obra fue hallar «la prueba de la prefiguración histórica de las experiencias internas». Es decir que, para confirmar sus ideas, debió buscar sus premisas en la historia. En ello desempeñó un papel fundamental su hallazgo de la alquimia.

Es precisamente a través de la alquimia como Jung se percató de que el inconsciente es un proceso dinámico, recíproco y bidireccional entre el yo y los contenidos de lo inconsciente, verificable a nivel individual, por los sueños y las fantasías, y a nivel colectivo, en los diversos sistemas religiosos y en la transmutación de sus símbolos. Se trataría en definitiva de la existencia de una carencia fundamental en el mito patriarcal y falocéntrico freudiano, y es la ausencia de lo femenino, lo cual conceptualiza después como Animus. De ello se extrae la existencia de un proceso de transmutación arquetípica que evoluciona durante los siglos, de ahí el Fausto de Goethe, o el mismo proceso de individuación en Jung. Se trata de un proceso suprapersonal, un «mundus arquetipus».

En este año de 1913 se producirá la ruptura definitiva con Freud. Comenzó para Jung una época de inseguridad interior y de desorientación, pero de una ferviente producción intelectual. Se iniciará en Jung su segunda etapa vital y de desarrollo tanto personal como profesional. Abandona su cargo de profesor auxiliar en la Universidad. 

Jung estuvo en Rávena en dos ocasiones: en 1913 y unos veinte años después, quedando impresionado en ambas visitas por el monumento funerario de Gala Placidia. Después se trasladó junto a una amiga al baptisterio ortodoxo, donde acontecería el célebre suceso de «la visión de los mosaicos», alucinación compartida con su acompañante. En una extraña atmósfera inundada por una leve luz azulada sin fuente, Jung vio cuatro mosaicos allí donde debía haber ventanas. Sus correspondientes motivos serían los siguientes:

1. El mosaico norte: «el paso de los israelitas a través del mar Rojo».
2. El mosaico sur: «el bautismo en el Jordán».
3. El mosaico oriental: «el milagro que curó la lepra a Naaman en el Jordán».
4. El mosaico occidental: «Cristo alargando la mano a Pedro al hundirse».

Fue este último al que más importancia se le dio, el más recordado, ante el que se detuvieron durante veinte minutos, y al que asociaron con el rito de iniciación del bautismo, en el que se incluía el arquetipo de la muerte y resurrección.

Estalla la Primera Guerra Mundial y con ella un periodo especialmente doloroso de auto-examen para Jung. Así pues, decidió «abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente». Era sólo el principio de una de las teorías de la personalidad más interesantes. De ello derivó la necesidad del juego, la construcción y edificación infantiles como elementos preliminares en el hallazgo de su propio mito.

Aunque residiendo en Suiza, las noticias bélicas tuvieron sobre él un efecto devastador. Jung dimitió de su cargo en la Asociación Psicoanalítica Internacional y sentó las bases de la llamada Escuela de Zurich, junto con el psiquiatra suizo Alphonse Maeder.

Tras una gradual transformación, en 1916 Jung se sintió «impulsado desde dentro a formular y expresar lo que podría haber dicho Filemón». Será por tanto desde dicho arquetipo desde donde surgirá la imperiosa obligación a transcribir el manuscrito de los “Siete sermones a los muertos”. Será Filemón la imagen deseada por Jung en esos momentos de perturbación y desorden, «una sabiduría y un poder supremos que me desenmarañasen las espontáneas creaciones de mi fantasía». 

Jung sale de la crisis en 1918 y, seguro de la ubicuidad de los motivos y de las imágenes ("arquetipos") del inconsciente profundo, Jung intentó confirmar sus criterios en varios campos de lo conocible, destacando su concepto de “Inconsciente Colectivo“, el cual, según él, sería común a todos los pueblos, y se manifestaría en los mitos y religiones de todas las culturas. Para contrastar estas teorías, se dedicó durante cinco años a realizar viajes y exploraciones de carácter etnopsicológico. Viajó a Nuevo México (USA), donde estudió a los indios que vivían en las reservas de este estado, y también a diversos países de África y Asía. También colaboró en diversos trabajos con el sinólogo Richard Wilhelm, el indólogo Heinrich Zimmer y el filólogo y mitólogo Károly Kerenyi.

A comienzos de 1920, Jung fue invitado por un amigo a viajar a Túnez. Iniciaría el viaje en marzo, dirigiéndose primero a Argelia y terminando en la parte tunecina del desierto del Sáhara. Regresa a Europa por Marsella. En la travesía del Mediterráneo tendría el famoso sueño de Kasbat. Su encuentro con la cultura árabe llegará a impresionarle poderosamente, extrayendo su confrontación con el arquetipo de la sombra, no la individual, sino la colectiva, aquella que está reprimida en la psique inconsciente del europeo por su presunta consciencia civilizada. La esencia emocional de aquellas culturas que viven de afectos, reviven en lo «civilizado» una parte de nosotros que no conviene negar, sino conservar y confrontar. La consciencia siempre es «parcial».

En 1920 apareció otra obra suya de importancia capital, “Psichologische Typen”, en la que definió algunas orientaciones fundamentales de la personalidad humana, buscadas en las culturas e individualidades más diversas de la historia.

En 1921 se publicará su obra «Tipos psicológicos» donde desarrollará la existencia de dos actitudes de la psique: introversión y extraversión y cuatro funciones: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición.

En 1923 fallece su madre y Jung compra un terreno en la comuna de Bollingen, a unos treinta kms de su domicilio, también bordeando el lago. Construye ahí un simple torreón, lugar de refugio, de meditación, el cual después de unas cuantas modificaciones se convertirá en un verdadero “lugar de vida apartado del mundanal ruido”, particularmente de su trabajo cotidiano con sus pacientes.

Gracias a algunos amigos estadounidenses, viaja a Nuevo México para conocer los indios pueblo. Nuevamente confrontará la crueldad histórica del hombre blanco, con su desequilibrio favorecedor de la «cabeza» y no del «corazón», puesto de manifiesto en la colonización en nombre de la avidez. Jung se encontró con un pueblo cuya religión los identificaba como «hijos del padre sol, y descubrió también el simbolismo de la montaña y del agua. Su culto involucraba por tanto a toda la humanidad. Compara entonces Jung el racionalismo que nos aleja del mundo  místico con la pérdida que ello acarrea.

En otoño de 1925 se dirigió con dos amigos, un británico y un estadounidense, hacia el África tropical. De Mombasa a Nairobi y de la capital al interior en ferrocarril de vía estrecha, desde donde Jung ve sobre un pico rocoso una figura delgada y negra, inmóvil, mirando al tren y apoyada sobre una larga lanza, que le produce un sentimiento de déjà vu, aunque para Jung era su primera visita a Kenia y proclama: su mundo era el mío desde hacía incontables milenios. Desde Nairobi, y esta vez en automóvil, she dirigieron a los Athi Plains, una amplia sabana repleta de vida animal. Separándose de sus acompañantes hasta quedar solo, y divisando aquella inmensidad, llegó al siguiente convencimiento: Cuando, estando en Athi Plains, en África Oriental, contemplé desde una pequeña colina aquellos rebaños de millares de venados pastando en silenciosa calma, como venían haciendo desde hace inconmensurables períodos de tiempo, tuve la sensación de ser el primer hombre, el primer ser que sabía que todo eso «es». Todo ese mundo que me rodeaba estaba aún en el silencio inicial y no sabía que era. Y justamente en ese momento en que yo sabía, había surgido el mundo y sin ese momento nunca hubiera existido. Toda la naturaleza busca esa finalidad y la encuentra, ya cumplida, en el hombre, y siempre sólo en el hombre más consciente. Cada paso pequeñísimo hacia delante sobre la senda que lleva a la consciencia crea mundo.

Jung y sus amigos continuan el viaje a Uganda y en cierta ocasión conversaron con un hechicero, al cual se le preguntó acerca de sus sueños, respondiendo con franca melancolía que antes de que llegaran los ingleses los hechiceros tenían sueños premonitorios con frecuencia, pero desde los colonos habitaban en África los hechiceros habían dejado de soñar. Todo lo sabían los ingleses. La decadencia se hallaba presente ante el trueque realizado entre dios y el destino, por un lado, y el racionalismo anglosajón, por otro.

Sus descubrimientos le obligan a interesarse todas las corrientes de pensamiento. Rehabilita el mundo cristiano, la alquimia y estudia de muy cerca el mundo oriental. Su cultura es inmensa. Viaja mucho y descubre hombres viviendo entre dos mundos, poco tocados por la civilización, en África del Norte, tribus de Kenya, Indios de Nuevo México.

En 1930 Jung fue nombrado presidente honorario de la Asociación Alemana de Psicoterapia y en 1933 profesor de Psicología Médica en la Escuela Politécnica Federal de Zurich. Luego dejó la enseñanza por motivos de salud. Tras el ascenso de Hitler al poder, ese mismo año, la Asociación, a la que se habían adherido diversos psicoterapeutas judíos, fue disuelta y absorbida por otra más grande, de alcance internacional, con Jung presidente: la Sociedad Médica de Psicoterapia. El hecho de que Jung aceptara ser presidente honorario de esta Sociedad y director de la Revista de psicoterapia, ambas de presunta matriz nazi, ha sido utilizado como uno de los argumentos para atribuirle inclinaciones pronazis y antisemitas.

Ya desde 1936 describe en uno de sus libros, con profusión de datos desafortunadamente proféticos, el peligro que representa Alemania, enlazando la historia del país con los mitos subyacentes que le animan. Su obra es condenada por los alemanes y él no puede hacer nada para evitar el conflicto mundial sobreviviendo gracias a su ciudadanía suiza.

En 1938 Jung viajó a la India invitado por el Gobierno con ocasión de los veinticinco años de  la Universidad de Calcuta. Su mayor interés se centró en el posicionamiento de la cultura india frente al concepto del “mal”. Mientras que para la cultura occidental el objetivo es el “bien”, intentando desechar el mal o evitando estar a merced de él, para la India la meta se hallaría en un estado más allá del bien y del mal, al cual se podría acceder vía meditación o yoga. El posicionamiento occidental donde el mal se halla subordinado al bien, o donde incluso quedaría definido como «ausencia de bien» («privatio boni»), daría paso a una concepción donde ambos conceptos dejarían de tener entidad propia y pasarían a formar parte de una expresión dinámica y polarizada perteneciente a un «Todo» que los trasciende, superando dicha entidad todo intento de denominación conceptual. Se le ha nombrado como Nirvana. Tras su visita a la India  renovó su agenda de prioridades, guiado por la convicción de que debía prestar más atención a la espiritualidad de Oriente.

En 1942, Allen Dulles viajó a Berna como jefe de la CIA con la misión de elaborar un informe sobre el movimiento secreto antinazi en Alemania. Entró en contacto con Jung, gran conocedor del alma germánica del momento. Dulles convenció a Jung para que recogiese informaciones útiles y lo convirtió en el agente nº 488 de la Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU. En 1943 se le nombró miembro honorario de la Schweizerische Akademie der Medizinischen Wissenschaften.

En 1944 Jung es víctima de un infarto y es cuando hace la experiencia del paso de la vida a la muerte en una primera fase. Una fuerza invisible le obliga a volver a tierra. Publica entonces una larga serie de obras que serán cualificadas de mayores, entre ellas “Psicología y Alquimia”. En ella la relación entre el simbolismo inconsciente y la religión cristiana se ejemplificaba con el concepto alquímico de Lapis, la piedra, como figura paralela a Cristo, así como con el aurum non vulgi y con la viriditas de los alquimistas. Con ello verificaba Jung la existencia de un «Cristo alquímico», anima mundi o filius macrocosmi, la inmanencia del antropos viviente en todo el mundo, «Cristo como unificación de materia espiritualmente viva y físicamente muerta». 

En 1945, funda la Sociedad Suiza de Psicología Práctica y en 1948 fue creado en Zurich, por iniciativa de varias personalidades suizas y de otras naciones, el Instituto C. G. Jung, que coordina la actividad de la escuela junguiana de psicología, publica importantes trabajos y promueve la celebración de congresos y reuniones nacionales e internacionales.

Escribe hasta el final de sus días, testigo del hombre y de las dificultades de su tiempo. En «Aion», publicado en 1951, plantea la figura histórica, el hombre Jesús. La mentalidad colectiva de la época o constelación arquetipal, la prefiguración del «antropos», se abatió sobre él; el hijo del hombre, o hijo de Dios, se enfrentaba al señor de este mundo. El hecho de que Jesús se convirtiera en el «salvador mundi» tuvo que ver con la suma de una proyección colectiva procedente de una constelación arquetipal histórica sobre «una personalidad de talla aventajada». 

En 1955 se conmemoró ampliamente el octogésimo aniversario de Jung en todo el mundo, pero singularmente en Zurich y Küssnacht (lago de Zurich), su residencia habitual.

Finalmente, en 1956 aparece su obra Mysterium coniunctionis, que constituye el culmen de la confrontación entre la alquimia y la psicología analítica. Vuelve a exponer el tema de la «transferencia», pero sobre todo realiza una síntesis final entre alquimia y psicología profunda. Sus trabajos tardíos muestran un profundo interés en el Cristianismo esotérico y, especialmente, en la alquimia.

Carl Gustav Jung muere el  6 de junio de 1961, tras una corta enfermedad, en su casa junto al lago de Zurich, en el apacible poblado de Küsnacht, a los 85 años de edad. Se encontraba leyendo una obra de Teilhard de Chardin "El fenómeno humano". En el instante de su fallecimiento, un rayo partió el árbol donde solía descansar.

Carl Gustav Jung fue el fundador de la psicología analítica o de los complejos y un pensador de gran reconocimiento.

En sus prácticas clínicas introducía reflexiones metapsicológicas. Vinculaba la estructura y la psique. En su metodología participaban la antropología, la alquimia, los sueños, la mitología y la religión, como medio para alcanzar la realidad del alma. Son conceptos suyos el inconsciente colectivo, los arquetipos, la individuación, los tipos psicológicos, el complejo, la imaginación activa, el determinismo psíquico y la sincronicidad. 

De acuerdo con su posicionamiento, para captar cabalmente la estructura y función del psiquismo, era vital que la psicología anexara los hallazgos provistos por las ciencias humanas. El mito, los sueños y las psicopatologías constituirían un espectro de continuidad, manifestando in vivo rasgos singulares, que operan sistemáticamente en las profundidades de la vida anímica inconsciente. Sin embargo, para Jung, lo inconsciente per se es, por definición, incognoscible. Lo inconsciente sólo podría ser aprehendido por medio de sus manifestaciones y a determinados patrones de comportamiento, a los que llamó arquetipos. Jung sostenía que los arquetipos actúan en todos los hombres, lo que le permitió postular la existencia de un inconsciente colectivo.

El hombre accedería a esa dinámica inconsciente en virtud de la experiencia subjetiva de estos símbolos, aportada profusamente por los sueños, el arte, la religión, la mitología, los dramas psicológicos representados en las relaciones interpersonales, y los propósitos íntimos. Jung sostenía la importancia de profundizar en el conocimiento de ese lenguaje simbólico para consolidar la preeminencia de la consciencia individual sobre las potencias inconscientes. Sostenía que este proceso de individuación sólo es viable cuando se ha dado respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el mito que tú vives?. Consideraba, por otra parte, que estos aspectos de la vida anímica están relativamente marginados del sistema de creencias de la mentalidad moderna occidental.

Jung consideraba que el inconsciente colectivo estaba constituido por arquetipos. Ejemplos de estos arquetipos son la máscara, la sombra, la bestia, la bruja, el héroe, el ánimus y el ánima. También identificaba como arquetípicas ciertas imágenes en concreto, como las representaciones del Mandala. Para elaborar su concepto de arquetipo, Jung se inspiró en la reiteración de motivos o temas en diversas mitologías de las más remotas culturas: creyó haber hallado temas comunes inconscientes, que la humanidad reiteró apenas con ligeras variantes, según las circunstancias.

Los conceptos quizás más reconocidos de la psicología junguiana son los de introversión y extraversión, emanados de su teoría de los Tipos Psicológicos, que tuvo bastante aceptación, sentando las bases para el desarrollo ulterior de pruebas psicométricas, mediante las cuales se procura valorar, en términos cuantitativos, las características psicológicas de los individuos.

La influencia de Jung se encuentra en escritores como Herman Hesse, James Joyce, Jorge Luis Borges y Morris West, y en los pintores Peter Birkhäuser, Jackson Pollock, Remedios Varo y Leonora Carrington. En cine el director Federico Fellini llevó a la pantalla una imaginería exuberante forjada gracias a su encuentro con las ideas de Jung, especialmente su interpretación de los sueños. Otro realizador directamente influido por la psicología analítica lo hallamos en Ingmar Bergman en películas tales como “Manniskoätarna” (1966) o “Fanny y Alexander” (1982). Luis Buñuel tenía unos conocimientos exhaustivos de Jung, y de ciertos textos clave, incluidos los que versan sobre la paranoia y la feminidad, como evidencian las películas “Él”, “Ensayo de un crimen” y “Bella de día”. En la película de género bélico “Ha llegado el águila”, protagonizada por Michael Caine, Donald Sutherland y Robert Duvall, el personaje de Duvall habla de la obra de Jung, explicando brevemente su esencia y aplicándola al asunto que forma el argumento central de la película.

En series televisivas como “Frasier”, uno de los personajes es terapueta junguiano y existen múltiples referencias cinematográficas (“La guerra de las galaxias”, “El señor de los anillos” y “Matrix”) y directores contemporáneos, David Lynch y Darren Aronofsky con su magnífica exposición de la sombra en “Black Swan”.

En 2007, Salomón Shang dirige el documental Carl Gustav Jung basado en una entrevista filmada en 16 mm y llevada a cabo por el doctor Evans en Houston en septiembre de 1957. Dicho material fue, según se afirma en la sinopsis del documental, censurado en numerosos países, terminando en olvidado en un almacén de América Central, si bien al parecer se trata de un plagio del documental “Jung on Film” lanzado en 2001 en EE.UU., que lo que recoge es una entrevista del doctor Evans a Jung en su casa de Zurich.

En 2011, el director de cine David Cronenberg estrenó “Un método peligroso”, la adaptación al cine de una obra de teatro de 2002 de Christopher Hampton. Su argumento bascula alrededor de las relaciones profesionales y afectivas surgidas entre Sabina Spielrein, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud. Sus protagonistas son Keira Knightley(Sabina Spielrein), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung) y Viggo Mortensen (Sigmund Freud).

La canción de Peter Gabriel “Rhythm of the Heat” en “Security” (1982) trata de la visita de Jung a África durante la cual se unió a un grupo de percusionistas y bailarines tribales. En la portada del último álbum de “The Police, Synchronicity”, denominado así en referencia a la teoría de Jung, se ve a Sting, que declara haber estudiado psicología junguiana, leyendo un libro titulado “Sincronicidad".


MAG/11.03.2018